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Jacto 59 años

Jacto nació 59 años atrás en el municipio de Pompéia, en São Paulo. Su creación fue obra de un inmigrante japonés, Shunji Nishimura, quien en 1948 patentó el primer modelo de pulverizador desarrollado en Brasil y nunca más paró. La empresa lidera actualmente al grupo Jacto que tiene su origen en la década del treinta en un pequeño taller mecánico.

En el taller de la calle Senador Rodolfo Miranda nº 127 en Pompéia, con tan solo 3 empleados y mucha disposición, comenzaban a ser producidos los pulverizadores con novedades en el mecanismo de doble movimiento de bombeo del polvo y en la manera cómo el aparato manual era sostenido en la espalda del operador.

En el primer año se produjeron 30 pulverizadores por mes. El taller se transformó en fábrica y, así surgía la Indústria de Máquinas Agrícolas Jacto Ltda., creada de hecho en 1948, pero oficializada recién en noviembre de 1949. El nombre fue inspirado por los humos dejados en el aire por la creación más moderna de la ingeniería aeronáutica de la época, los aviones a chorro.


Evolución del modelo del pulverizador desarrollado por el Sr. Nishimura

Pulverizador motorizado

Los pulverizadores evolucionaron para modelos dorsales más leves y surgieron los primeros modelos montados en tractor destinados a los grandes cultivos de algodón y café.

En 1956 la empresa tomó su denominación actual, Máquinas Agrícolas Jacto. En el año siguiente se tornó una sociedad anónima. A pesar de la diversificación de modelos, en el final de la década del cincuenta, el producto principal de la empresa continuaba siendo el pulverizador.

En 1966 se inauguraba una nueva sección, la línea de montaje de los pulverizadores manuales con depósito de plástico. La evolución de los modelos fue acompañando paso a paso los cambios en las características de los insecticidas y agroquímicos y las transformaciones de la agricultura brasileña.

Primer cargamento de productos Jacto para el exterior

Para responder a las nuevas exigencias de los agricultores, Jacto invirtió en los nuevos modelos de pulverizadores de barra destinados a los grandes cultivos. Y fue en ese período que la empresa se lanzó a una tarea inédita: el desarrollo de una cosechadora de café. Fueron 6 años de estudios y de desarrollo de prototipos hasta que se llegó al modelo final denominado K3. La ardua tarea, inédita, fue victoriosa y representó para la empresa un gran salto tecnológico.

Con la experiencia de la K3 se comprobó en la práctica la importancia de la investigación para el perfeccionamiento y la creación de nuevos productos. Desde entonces se ha consolidado un nuevo aspecto de la cultura Jacto: el trabajo permanente de investigación y desarrollo tecnológico aplicado a la producción.

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